Mi papá me enseñó geografía con los equipos de fútbol. Me enseñó las capitales a los tres años a punta de equipos de fútbol. Cuando me mencionaba un país, inmediatamente yo tenía que responder cuál era la capital y de ahí se desprendía una charla futbolística entendiendo el terreno de cada uno de los países.
Me enseño muchas cosas, pero hoy quiero compartir con ustedes la más importante:
No importa el tiempo que dure un mal. No, no importa para nada.
Lo único que importa es pararse. Pararse cuando las cosas pueden estar mal o cuando están bien. El hecho, es que siempre hay que levantarse. Porque al levantarse empieza el primer paso para lograr lo que se busca.
Hace mucho años, mi papá junto con otros aficionados quizo sacrificar todo para levantar este club.
Para algunos, lo hizo de manera irresponsable, porque lo hizo rompiendo el cochinito, sacrificando su tiempo, sus ahorros y su juventud. Desde ese momento, siempre luchó para que Santa Fe se levantara sin importar el lugar donde estuviera. 25 años después la recompensa es enorme, tan grande que no cabe en nuestra cabeza y nuestro orgullo.
Ayer nadie más que él tenía que levantarse, porque Don Edgar tenía que gozar ese "siempre viene algo mejor y más grande". Porque había que disfrutar el día más lindo de nuestra historia.
Atrás en el tiempo, quedaron esas paradas de los noventa cuando estábamos en las peores posiciones, cuando nos parábamos después de salvarnos del descenso, porque perdíamos con Lanús o cuando perdíamos un clásico y había que llegar para que nos molestaran en el colegio o en la oficina.
Hoy somos nosotros, los que nos paramos tantas veces pese a las derrotas los que tenemos que celebrar sin parar. Tiene derecho a celebrar el que se paró, el que se levantó de todas esas situaciones y que como fieles religiosos seguimos con la inculcada fe ciega.
Siempre hay que pararse amigos porque tarde o temprano, la gloria siempre va a llegar.
Gracias papá por tantas lecciones. Gracias por demostrarme que pese a que en la vida no hay nada fácil, se puede llegar a lo más alto. Es solo cuestión de actitud y de convicción.
Gracias papá amigo por hacerme sentir ese gran aplauso que te dieron ayer jugadores, hinchas y directivos por tus más de 25 años como directivo de este humilde pero enorme club.
Gracias por darme a mi hermana quien aprendió de ti más que yo.
Gracias por ampliarme la familia a más de 100 personas con las que año tras años hemos visto al león en esa platea (Ustedes saben quienes son).
Gracias papá por hacerme hincha del equipo más grande del continente, del primer campeón, del primer campeón de la Suramericana en Colombia.
Simplemente gracias por ser tú, por ser mi padre.
Te adoro papá y celebra que te lo mereces como nadie.
Con la Santa Fe puesta en que te recuperes y nos sigamos parando me despido.
Vamos León!!!